sábado, 3 de mayo de 2008

El viaje de vuelta... Segunda Parte...

Estaba el miércoles siguiente a la visita de la compraventa donde vendían el auto, en mi antiguo trabajo, elaborando los informes diarios de ventas de las distintas filiales que poseía la empresa.


Trabajando duro...

Días atrás me había puesto de acuerdo con mi hermano pequeño para ir a buscar el Sábado siguiente el carruaje juntos a Santiago, pero una serie de instrucciones me sacaron de mi pensamiento. La empresa debía llevar unos informes a un poderoso proveedor en Santiago que tenían como plazo fatal ese mismo día las 17:00 horas, así que tenían como única solución el enviar a alguien en bus hacia allá con gastos pagados. Eran las 10:30 de la mañana. Oía que trataban de buscar a alguien que se ubicara en Santiago y pudiera dejar los documentos sin problemas, que quedaba cerca de una estación de metro y que no era complicado, etc, etc... cuando un colega me dice por detrás "¿Y porqué no vay tu a dejarlos ya que cachai Santiago y de vuelta pasai a buscar tu auto?". Aunque no lo crean, entré en un conflicto de cavilaciones, voy o no voy, tengo que ir a buscar lo palos para el valevista, ¿alcanzo a llegar? quedé de acuerdo con Esteban en ir a buscarlo... YA, me decidí, si no tomo la oportunidad, voy a ser un ratón de por vida. Tomo el celular de la empresa para comunicarme con mi Jefe... pi pi PI pi pi PI... tuuut tuuuuut tuuuut.. aló jefe, que le parece si... a las 11:10 había dejado mi puesto de trabajo con el encargo que había que ir a dejar a la Capital...


Luego de dejar avisado en casita, haber depositado la plata y tomado el valevista en el banco de la nación (donde entraría a trabajar menos de una semana después), me encontraba en el primer bus que encontré rumbo a Santiago, siendo ya las 12. Pagué el pasaje, hice un rápido llamado telefónico a la compraventa para que me tuvieran listo el auto para la tarde, puse mi selección extraña de canciones en mi viejo pero fiel reproductor de MP3, y me dispuse a leer una selección de cuentos de Isaac Asimov llamada Sueños de Robot, para acortar el viaje.



Cerca de las 2 vamos pasando por el puente Maipo, cerca de la automotora asomo la cabeza a ver si se ve mi Lauchón, y ahí estaba brillante y resplandeciente... bueno, hay que hacer el encargo primero, y después soñar... Llego a la capital, cargo la tarjeta para el transporte público que había comprado en viajes anteriores, y me subo de inmediato al Metro alias Patas de Caucho rumbo a la estación que corresponde... eran ya las 2:30.


Siempre me ha gustado andar en Metro, nunca me ha fallado, siempre rápido, fácil de entender, me gusta ese olor característico que tiene, y si te toca un tren cuncuna, más interesante se hace. Como buen huasito, siempre me subo en el primer carro, "para llegar primero", como dijo mi padre una vez, pero también para ver la línea e imaginar que lo voy manejando a la vez. De repente veo que estoy en mi estación, por lo que de un brinco me incorporo
y me bajo tranquilamente para cortar al dirección que iba. Uta las casas grandes que hay en Santiago, si podrían guardar elefantes en ellas, a las 3 con 10, ya tenía listo mi encargo, entregado el paquete, disponía de toda la tarde. Me dije "un cuarto pa las 4 tomo el metro de vuelta, así que voy a comer algo por ahí antes de irme", unas galletas con una bebida fueron mi almuerzo, llamado telefónico a mis hermanos para que supieran que ya estaba todo OK, y al jefe para tranquilizarlo. Vuelta en el metro, había que llegar al terminal de buses para tomar uno al sur, pero que llegara a medio camino. Una vez ahí regatee con el auxiliar hasta que quedamos de acuerdo en dejarme a medio camino, en la compraventa por $500. Esperando en el bus empezaron las ansias, estaba a menos de media hora de llegar a pie a la automotriz y salir andando, así que me armé de paciencia hasta que llegamos, dejándome el chofer muy cerca de la entrada.

Casi corriendo de emoción llegué al lugar, donde entré en contacto de inmediato con el vendedor para la firma de todos los documentos legales previos a la entrega, y a entrega del valevista por el valor del auto. Luego de leer todos los papeles que debía firmar, permiso de circulación, aceptación de entrega previa inspección, comprobante de traspasos firmado, y poder para que se hiciera en Santiago los trámites, por fin llegó la hora, el momento de partir conduciendo lo que de ahora en adelante sería mi auto propio. Sentía en las manos lo mismo que en navidad antes de abrir los regalos, por fin me iría a Curicó desde Santiago en un vehículo 100% mío, y lo digo así porque sería pagado de manera holgada sin dramas económicos. Al igual que un avión, enciendo, pruebo los "sistemas", todo funciona bien, me despido con un fuerte apretón de manos del vendedor, y empiezo el movimiento... me abren la reja de salida, enciendo las luces para entrar en la vía local y me lanzo al camino. Pero ojo, antes seguir hay un punto importante, los autos funcionan a gasolina, así que había que cargar el estanque. Con una sonrisa de oreja a oreja cargué el estanque del propio, y no de papá, o del amigo, y mientras se llenaba, aproveché de colgar en el retrovisor de inmediato lo que es hasta hoy el símbolo característico del auto: el gordo pingüino que me regaló mi cuñada de Punta Arenas, la polola de mi Hermano pequeño, el que hace que lo distinga de otros modelos que lucen similares. Listo jefe, estanque lleno, páguese, y parto, hay que llegar a a Curicó, dejo a mano efectivo para los peajes, busco la salida para entrar a la carretera justo donde terminan las vías concesionadas donde se necesita un dispositivo electrónico de cobro para circular, viro cuidadosamente y le meto pata, entrando al puente Maipo, igualando rápidamente la velocidad de lo otros vehículos.

Previamente dejé sintonizada una radio para acompañar el viaje, la que me acompañó hasta que se fue la señal. Al principio no iba a más de ochenta, acostumbrándome al ritmo de auto... me acomodaba para un lado, al otro, amoldándome a este, moviendo el volante un poco para determinar la sensibilidad a altas velocidades, en fin, hasta que alcancé la velocidad óptima de 95 KM/H, ahí estábamos en el equilibrio... probando la influencia de los camiones al ser adelantado... testeando como afectan las irregularidades del pavimento... la oscilación generada por el viento y otros detalles menores. Primer peaje, quedé chico, tuve que estirarme bastante para entregar la plata. Sigo en camino... viene otra prueba, sacarle pique... llega sin problemas a los 90... 95... 100.... empieza a vibrar.... desacelero y vibra como jalea... acelero de nuevo.... llego a 115, vibrando por completo, desacelero de nuevo... pero aun así no suena nada extraño ni se oyen crujidos o daños... así que la vibración hay que revisarla... seguro debe estar desbalanceado... el sol empieza a decaer, se está escondiendo detrás de la cordillera de la costa y me empieza a dar hambre, así que pasado San Fernando paso a una bencinera para echarme combustible... Un completo un poco costoso pero gratificante... de pronto, suena el teléfono... Señor Beltrán... del Banco de la Nación... cuando puede empezar a trabajar.... el martes, perfecto,mande lo más rápido posible sus papeles y lo vemos en la sucursal el próximo Martes... excelente, que mejor momento... Auto nuevo, pega nueva y mejor remunerada, con mejor posibilidades de ascender, una excelente hora para conducir y la certeza que voy a poder seguir pagando el auto... que más se puede pedir... Ya, me tengo que ir hay que dar aviso en la pega que volví, recoger algunas cosas que dejé... Sigo camino, segundo peaje, me acomodo mejor para no quedar tan corto... ningún problema... Comienzo la llegada a mi pueblo, el olor a plástico del las partes internas de auto me tiene un poco molesto, pero no se compara con la algarabía de poder manejarlo.

Llegué a Curicó pasadas las 8, me fui directo a la oficina a buscar algunas cosas, orgulloso por el pueblo, donde confirmé el llamado del nuevo trabajo. Luego partí a la casa a terminar la jornada y poder mostrar definitivamente el auto. Quedó inmediatamente acompañado de una imagen de la virgen, para protegerlo de las fuerzas del mal, y encontró su lugar en el garaje de la casa.

Dos días después ya estaba listo para entrar a mi nuevo trabajo, y el auto se hizo necesario para ir de la casa a la pega y alcanzar a almorzar al mediodía, la vibración era desbalanceo, y junto con eso los resultados fueron positivos en la revisión de los 10k.

Epilogo, el auto excelente, aperró en su viaje inicial y no demostró querer fallar en un buen tiempo.

1 comentario:

FenyaSol_iss dijo...

Amor, bien buena su historia..esta interesante, bien relatada, entretenida tb, calcula que estoy muerta de sueño y no puedo dejar de leerla....le sugiero que la continue con una pequeña variante...que pasa con el auto una vez que ya no se esta solo, si no que se comparte con la polola, ah??? esa parte del relato me gustaria leer, si tiene tpo, ojala lo actualice...
TE AMO CON TODO MI CORAZON Y MAS....